En México, la Fe Pública, una atribución fundamental en el sistema legal, confiere un alto grado de validez y credibilidad a ciertos actos y documentos. Principalmente ejercida por notarios y corredores públicos, esta función esencial conlleva una significativa responsabilidad, especialmente en el contexto de la prevención de lavado de dinero. La normativa mexicana, en particular la Ley Federal para la Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita (LFPIORPI), clasifica el ejercicio de la Fe Pública como una Actividad Vulnerable (AV), imponiendo deberes adicionales a quienes la detentan.
Es crucial entender que no todos los servicios proporcionados por notarios y corredores públicos son considerados actividades vulnerables. La LFPIORPI delimita estas operaciones a aquellas que por su naturaleza o monto, pueden ser utilizadas para el blanqueo de capitales ilícitos. La ley, en su Artículo 17, fracción XII, detalla las operaciones específicas para cada figura.
Para los notarios públicos, las actividades que requieren especial atención y cumplimiento de obligaciones antilavado incluyen, entre otras:
Obligaciones para Corredores Públicos
En el caso de los corredores públicos, se consideran actividades vulnerables:
Además de notarios y corredores, la ley extiende estas obligaciones a otros servidores públicos que, en el ejercicio de sus atribuciones, tienen la facultad de dar fe pública.
Cada una de estas actividades vulnerables posee umbrales y plazos específicos para el reporte y cumplimiento de las obligaciones ante las autoridades. Es imperativo que los profesionales de la Fe Pública se mantengan actualizados y familiarizados con la normativa para evitar incurrir en faltas.
La responsabilidad que acompaña a la Fe Pública no es menor. El incumplimiento de las obligaciones establecidas en la LFPIORPI no solo puede acarrear sanciones económicas considerables, sino que también pone en riesgo la licencia profesional para operar. Ante este panorama, es fundamental que notarios y corredores públicos adopten un rol proactivo en el cumplimiento normativo, implementando procesos internos robustos para la identificación y reporte de operaciones.
Contar con herramientas tecnológicas especializadas puede ser de gran ayuda para gestionar el seguimiento de las transacciones, la formación de expedientes de clientes y el envío oportuno de avisos a las autoridades, facilitando así el cumplimiento y mitigando riesgos.